Una mezcla de simpatía con timidez, una belleza de mujer. Ese día llegamos varios, parecíamos una tropa, nos sentamos en los alrededores un rato para descansar y tomarnos un par de cervezas. Serían las once de la mañana y ella, aún preparando todo para empezar a cocinar nos preguntó si queríamos algo de comer. Acto seguido sacó una sopa para que la probáramos: ¡Qué cosa tan rica! y así, de inmediato ya estábamos encargándole el almuerzo.