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A tan solo 30 minutos de la ciudad de Caracas existe una realidad que muchos no conocen, otros la conocen pero no quieren verla y otros que quieren ayudar buscando soluciones para remediar la situación.

He podido cubrir con estos últimos en varias oportunidades para ver la realidad de esta zona perteneciente al estado Miranda, en la cual el surgimiento de las bandas armadas y el narcotráfico ha ido en aumento con el pasar de los años; conocer cómo la donación de un autobús escolar, por parte de la gobernación del estado bajo el mandato de Henrique Capriles Radonski, fue robado por estas bandas para transportar armas y drogas de una localidad a otra frente a la mirada de policías y estamentos gubernamentales, los cuales no pueden hacer nada por tres simples razones, según lo comentaba un funcionario:

1) No tenemos los recursos ni las armas para enfrentarlos.
2) Los pagos que estas mafias les hacen a los superiores, por hacerse la vista gorda, equivalen a diez o quince años de sueldo aproximadamente.
3) Quien no participe en este sistema es eliminado junto con su familia.

En otro momento un habitante del sector me contó que cierto día, una de las bandas estaba velando a uno de sus miembros cuando apareció un automóvil conducido por una mujer de unos cincuenta y tantos años que había perdido el rumbo y estaba buscando ayuda para salir del lugar. Los miembros de la banda al no reconocer el vehículo y sentirse amenazados abrieron fuego contra el mismo, matando a la mujer. Esto ocurrió a media mañana y nadie dijo ni hizo nada al respecto.

Más grave aún es que estas bandas estén reclutando a niños y adolescentes directamente en las escuelas: los abordan, los seducen con dinero, diciéndoles cuánto pueden ganar al entrar en un ciclo del cual no se puede salir. Si algún padre intenta reclamarles por inducir a su hijo a ese mundo, antes de que pueda mediar palabra es asesinado y puesto como ejemplo ante el resto de la comunidad. Los profesores de las escuelas son amenazados y forzados a no involucrarse para evitar que los jóvenes se salgan de estos círculos.

El Ministerio de Interior y Justicia venezolano otorgó créditos a las bandas para disuadirlos de dejar las armas, “pero lo que hicieron fue renovar las que tenían”, aseguró una persona que se encontraba en el sitio.

Es aquí donde entra REDH, yendo a varias localidades del sector a ofrecerles no solo herramientas sino también ayuda para combatir esta situación, por ejemplo, dictando talleres a docentes y alumnos para evitar que más niños caigan en manos del hampa; intentar recuperar a esta parte de la comunidad que se encuentra a merced de las organizaciones delictivas.